La obra cerámica de Enric Mestre (Alboraia, Valencia, 1936) seleccionada para ser mostrada temporalmente en el Museu del Càntir de Argentona, pertenece a las últimas dos décadas del quehacer silencioso y constante de este pintor y escultor que cuenta con una larga trayectoria y un notable reconocimiento, tanto nacional como internacional, dentro de su especialidad. Son 15 obras realizadas en materia cerámica, entre 1998 y 2018, representativas de la etapa de más plenitud creativa del autor, seis de las cuales se exponen al público por primera vez.
Entre las esculturas cerámicas de Enric Mestre presentes en esta muestra son mayoría las que pertenecen a la serie Arquitectures per a la mirada, o Construccions imaginaries. Se trata de obras que destacan por su rotunda sobriedad, además de las múltiples sugerencias formales que plantea y por la magistral realización conseguida a pesar de su complejidad técnica. Esculturas de un potente poder evocador de la arquitectura, pero alejadas de ser la representación de construcciones reales o funcionales. Nada más distante de la intención de Enric Mestre en concebirlas. Son creaciones dotadas de volúmenes esenciales y rigor formal -que tienen vida propia gracias a su invención-, que están cerca del minimalismo (el "menos es más" ), una de las características que definen su producción de las dos últimas décadas, pero que él utiliza de manera muy personal: sin renunciar totalmente a la utilización de sutiles texturas y tonalidades propias de la técnica cerámica que contribuyen, en su búsqueda obsesiva por encontrar soluciones plásticas, a la utopía de lograr una particular belleza objetivada.
En paralelo a las esculturas de resonancias arquitectónicas o sustentadas en la relación de los volúmenes de estructura racionalista con el espacio, Enric Mestre realizó en la década de 1990 una serie de paneles siempre dentro de la abstracción, donde la geometría - más o menos distorsionada- está presente, bien en forma de enrejados ligeramente irregulares, conseguidos con el trazo libre que proporciona la ejecución a mano alzada, que combinan a veces con otros planes monocromos, o en otros casos en composiciones compartimentadas por anchas líneas de un negro profundo, donde el constructivismo más evidente contrasta con el color del grafismo expresivo de su interior. Es ésta una constante necesidad que observamos en el itinerario de Enric Mestre de conjugar lo geométrico con la expresión singular de los matices que sólo se pueden conseguir recurriendo a la técnica cerámica, especialidad que ha protagonizado una buena parte de su creación artística. Dos obras importantes de esta serie son las que hay en la exposición que ahora presenta en Argentona.
También ha querido Enric Mestre en esta ocasión dar a conocer aquí una muestra de su producción más reciente, que incluye obras murales de extremada sobriedad formal en las que explota la asociación y / o manipulación de uno o más octaedros y las posibilidades de conformar, con particulares maclas y uniones, nuevos polígonos irregulares dotados de sutiles matices, diferentes en cada caso, que son fruto de la incesante experimentación que sólo un escultor ceramista tenaz, sensible y sabio es capaz de realizar.
Josep Pérez Camps
Miembro de la Academia Internacional de la Cerámica
La obra cerámica de Enric Mestre (Alboraia, Valencia, 1936) seleccionada para ser mostrada temporalmente en el Museu del Càntir de Argentona, pertenece a las últimas dos décadas del quehacer silencioso y constante de este pintor y escultor que cuenta con una larga trayectoria y un notable reconocimiento, tanto nacional como internacional, dentro de su especialidad. Son 15 obras realizadas en materia cerámica, entre 1998 y 2018, representativas de la etapa de más plenitud creativa del autor, seis de las cuales se exponen al público por primera vez.
Entre las esculturas cerámicas de Enric Mestre presentes en esta muestra son mayoría las que pertenecen a la serie Arquitectures per a la mirada, o Construccions imaginaries. Se trata de obras que destacan por su rotunda sobriedad, además de las múltiples sugerencias formales que plantea y por la magistral realización conseguida a pesar de su complejidad técnica. Esculturas de un potente poder evocador de la arquitectura, pero alejadas de ser la representación de construcciones reales o funcionales. Nada más distante de la intención de Enric Mestre en concebirlas. Son creaciones dotadas de volúmenes esenciales y rigor formal -que tienen vida propia gracias a su invención-, que están cerca del minimalismo (el "menos es más" ), una de las características que definen su producción de las dos últimas décadas, pero que él utiliza de manera muy personal: sin renunciar totalmente a la utilización de sutiles texturas y tonalidades propias de la técnica cerámica que contribuyen, en su búsqueda obsesiva por encontrar soluciones plásticas, a la utopía de lograr una particular belleza objetivada.
En paralelo a las esculturas de resonancias arquitectónicas o sustentadas en la relación de los volúmenes de estructura racionalista con el espacio, Enric Mestre realizó en la década de 1990 una serie de paneles siempre dentro de la abstracción, donde la geometría - más o menos distorsionada- está presente, bien en forma de enrejados ligeramente irregulares, conseguidos con el trazo libre que proporciona la ejecución a mano alzada, que combinan a veces con otros planes monocromos, o en otros casos en composiciones compartimentadas por anchas líneas de un negro profundo, donde el constructivismo más evidente contrasta con el color del grafismo expresivo de su interior. Es ésta una constante necesidad que observamos en el itinerario de Enric Mestre de conjugar lo geométrico con la expresión singular de los matices que sólo se pueden conseguir recurriendo a la técnica cerámica, especialidad que ha protagonizado una buena parte de su creación artística. Dos obras importantes de esta serie son las que hay en la exposición que ahora presenta en Argentona.
También ha querido Enric Mestre en esta ocasión dar a conocer aquí una muestra de su producción más reciente, que incluye obras murales de extremada sobriedad formal en las que explota la asociación y / o manipulación de uno o más octaedros y las posibilidades de conformar, con particulares maclas y uniones, nuevos polígonos irregulares dotados de sutiles matices, diferentes en cada caso, que son fruto de la incesante experimentación que sólo un escultor ceramista tenaz, sensible y sabio es capaz de realizar.
Josep Pérez Camps
Miembro de la Academia Internacional de la Cerámica