Didier Lourenço entre tintes

De del dia 17/09/2021 hasta el dia 01/11/2021
Didier Lourenço

El Museu del Càntir de Argentona presenta una exposición del artista Didier Lourenço, con sus litografías intimistas e imaginativas basadas en el ser humano y sus emociones, donde destacan las texturas y los colores

 

Fa Lourenço

Lourenço no cuenta historias, contagia estados de espíritu. Sus ubicuas protagonistas, a veces acomodadas en un sofá, otras en bicicleta, revelan plenitud. La plenitud cotidiana de quien habita el presente, el aquí y el ahora.
Frente a él, no es necesario que nos preguntemos quién es esta chica que nos devuelve la mirada, libre de preocupaciones; sabemos que somos nosotros mismos por dentro.
El rostro de la chica, así como muchos de los elementos que se repiten en las obras de Lourenço, son el resultado de una lenta destilación. Y no hablo sólo de la evolución de la obra de este autor, me refiero a la historia del arte contemporáneo. Como escribió Newton: "si he podido ver más allá es porque me encaramé al cuello de gigantes".
El rostro de la "chica de Lourenço" es hijo del cubismo sintético de Picasso, su tratamiento del color -qué grande, el Titan Rojo Escarlata! - contiene la joie de vivre y la filosofía de un Matisse filtrado por David Hockney. Su extraordinario sentido de la composición -figuras ligeramente desplazadas a la derecha- es heredero del suprematismo de Malévich, la relación felina abreva en Balthus, y la profundidad de campo es heredera de Cézanne, el primer pintor que renunció a los artificios de la perspectiva para adaptarse a la bidimensionalidad de la tela.
Podríamos seguir enumerando el ADN plástico de un artista que, como todos los artistas, no ha aparecido por generación espontánea. Lo más interesante, sin embargo, son los elementos que lo hacen tan particular y, al mismo tiempo, universal.
Fijémonos en sus multitudes urbanas: gente que va de aquí a allí sin mirarse, algunos a pie, otros en bicicleta, hay quien pasea el perro. Son figuras geometrizadas, poco personalizadas, cada uno va por él ... y sin embargo se trata de una obra amable. Poder pasear por la ciudad a tu aire, sin someterte al escrutinio de los demás -como ocurre en algunos pueblos-, es un acto de libertad. De hecho, las democracias modernas basan la libertad en el derecho a la intimidad. Y aún un detalle que no es gratuito: en alguna de estas multitudes, pasa la "chica de Lourenço" en bicicleta y nos devuelve la mirada. Se trata de un recurso que ya empleaban los renacentistas italianos para establecer conexión con el espectador.
Y os preguntaréis, ¿qué hay de íntimo y personal en ir en bicicleta? Lourenço me lo aclara: "si miro el mundo cuando voy a pie, todo es demasiado lento y aburrido. Cuando voy en coche no puedo disfrutar del paisaje. Para mí, la velocidad ideal es cuando vas en bicicleta ".
Intento definir las sensaciones que me produce la obra de Lourenço, y sólo me vienen a la cabeza las palabras de Pepín Bello, el gran amigo de Federico García Lorca: "Cuando hablaba Federico, no hacía frío ni calor, hacía Federico". Es algo muy parecido.

Ricard Mas (miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte)